Sitio histórico ex Centro de Detención en Balneario Popular Rocas de Santo Domingo
El actual Sitio de Memoria Rocas de Santo Domingo, ubicado en la comuna del mismo nombre, fue originalmente concebido como parte del ambicioso programa de Balnearios Populares impulsado por el gobierno de Salvador Allende en 1971, con el propósito de democratizar el derecho al descanso y esparcimiento para la clase trabajadora chilena. Este balneario, como otros construidos en el país, ofrecía vacaciones accesibles para cientos de familias, fortaleciendo la vida comunitaria y la dignidad del mundo popular. Sin embargo, tras el golpe de Estado de 1973, este lugar fue transformado en un centro clandestino de detención, tortura y exterminio, así como en escuela de formación de agentes de la DINA. Los principales perseguidos en este lugar fueron militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), configurando una historia marcada por la brutal represión dictatorial en el litoral central.
En 2012 comenzaron los primeros esfuerzos ciudadanos por visibilizar esta historia silenciada. Estos dieron origen a la Fundación por la Memoria San Antonio en 2014, organización que desde entonces ha liderado un sostenido proceso de recuperación del sitio. Gracias a su persistente trabajo de denuncia, memoria y gestión, el lugar fue declarado Monumento Histórico en 2015. Desde entonces, la Fundación ha impulsado actividades de educación en derechos humanos, recorridos pedagógicos, jornadas culturales, encuentros con jóvenes y acciones de preservación física del sitio, como la instalación de señalética, cámaras de seguridad, cierres perimetrales y limpieza del terreno. La campaña constante por proteger este espacio dio sus frutos en 2023, cuando se logró formalizar el comodato del sitio a la Fundación, permitiendo avanzar en su resguardo y apropiación comunitaria.
El proceso de recuperación ha sido protagonizado por personas claves como Ana Becerra Arce, sobreviviente del centro de detención y principal gestora de su rescate; el arquitecto Miguel Lawner, autor del expediente de declaratoria; el periodista Javier Rebolledo, quien visibilizó públicamente los crímenes cometidos allí; y otros colaboradores fundamentales como Beatriz Miranda y Jorge Silva Huerta. Hoy, el sitio no solo testimonia las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura, sino que también reivindica una memoria obrera y popular largamente invisibilizada. El ex Balneario Popular se ha resignificado como un lugar vivo de reflexión histórica, memoria activa, justicia social y formación ciudadana, abierto a nuevas generaciones y diversas expresiones sociales comprometidas con los derechos humanos.
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